martes, 5 de abril de 2011

SALVADOR

No se puede andar por la vida sin un abuelo.
Es la cura a nuestros males, cuando la soledad o la angustia nos vence.
Cuando las prohibiciones y los límites frustran nuestros sueños, siempre habrá un abuelo que no permitirá que desfallezca nuestra imaginación.
Nos llevará sabiamente a olvidar el dolor y la rabia por los caminos de la fantasía.
Así, iremos aprendiendo sin darnos cuenta que siempre podemos rescatar de las cenizas una nueva posibilidad, para no rendirnos.
Peligro latente de niño, por causa de aquellos que creen que seremos más responsables, si logran matar nuestros sueños.
Seres que han intentado crecer, sepultando en el olvido, toda aquella libertad que gozaban, cuando echaban a volar.
También tuvieron que experimentar dolor y frustración cuando cortaron sus alas.
Cortadores de alas, que luego de muchos años, se dieron cuenta del daño que hicieron, al ver la cosecha de lo que habían sembrado.
Y hoy pretenden rescatar soñadores, tal vez para aliviar culpas, o porque saben que todavía hay tiempo.
En un intento por alivianar pesado equipaje, y hacer que el universo perdone sus propios y viejos dolores.
Habrán encontrado una maravillosa excusa, para dejar en libertad todas aquellas obras que no se atrevieron a manifestar, por temor a nuevas prohibiciones.
Y serán dos las aves a rescatar de las cenizas.
Dos, que echarán a volar por nuevos universos.
Dos, a descubrir que hay una maravilla por descubrir, a cada paso que se atrevan a dar.
Dos, que estarán siempre juntos, cuando el dolor golpee al corazón.
Dos, que aunque ya no estén juntos, siempre juntos irán.
Por eso es imprescindible tener un abuelo para andar por la vida.
Si no tuviste el tuyo, continúa buscando…
Siempre habrá un abuelo cerca nuestro, cada vez que necesitemos volver a nacer.

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